Los pulgones son unos pequeños insectos que pertenecen al orden de los perforadores, es decir, que se alimentan de los fluidos vitales de las plantas. No son los únicos que lo hacen, también hay otros insectos como las cigarras, las chinches y los ácaros, que se aprovechan de la savia, el líquido que circula por los vasos conductores de las plantas. La savia es rica en agua y azúcar, y es el resultado de la fotosíntesis, el proceso por el cual las plantas transforman la luz solar en energía. Los pulgones se alimentan de la savia que fluye por los tubos cribosos, que son los vasos conductores del floema, el tejido vegetal encargado de transportar los productos de la fotosíntesis desde las hojas hasta el resto de la planta.
La ingeniosa forma de alimentación de los pulgones
Para acceder a la savia, los pulgones tienen que perforar los tubos cribosos con un órgano especializado llamado estilete, que es una prolongación bucal formada por dos pares de estilemas. Los estilemas son unas piezas rígidas y afiladas que se ensamblan para formar un tubo hueco por el que fluye la savia. Los pulgones insertan el estilete en el tejido vegetal hasta llegar al tubo criboso, donde abren una válvula en su cabeza para dejar pasar la savia a su aparato digestivo. Lo curioso es que los pulgones no tienen que succionar la savia, sino que ésta entra por sí sola debido a la alta presión generada por la fotosíntesis en los tubos cribosos. Esta presión puede ser tan alta que incluso puede hacer explotar a los insectos si no tienen una forma de regularla.
Defensa de las plantas y adaptaciones de los pulgones
Las plantas no se quedan quietas ante el ataque de los pulgones y otros insectos perforadores. Tienen varias estrategias defensivas, como producir sustancias tóxicas o repelentes, emitir señales químicas para atraer a depredadores o parásitos de los insectos, o formar estructuras protectoras como agallas o necrosis. Además, la savia puede convertirse en una defensa para las plantas, ya que contiene una alta concentración de sacarosa. Esta sustancia es un tipo de azúcar disacárido formado por una molécula de glucosa y otra de fructosa.
La sacarosa es muy difícil de absorber por los insectos, y si lo hacen, les causa un problema osmótico, es decir, un desequilibrio entre la concentración de solutos dentro y fuera de sus células. Esto provoca que el agua salga de sus células para diluir la sacarosa, causando la deshidratación y muerte de los insectos. Los pulgones han desarrollado una adaptación para evitar este problema. poseen una enzima llamada sacarasa en su intestino medio. Esta es capaz de romper las moléculas de sacarosa en glucosa y fructosa, que son más fáciles de absorber. De esta forma, los pulgones pueden succionar más agua de sus células para compensar la pérdida causada por la savia.
Ciclo de vida y capacidad reproductiva de los pulgones
El ciclo de vida de los pulgones es muy complejo y varía según la especie y las condiciones ambientales. Un ejemplo es el del pulgón verde del durazno (Myzus persicae), uno de los más comunes y dañinos para las plantas cultivadas. Este pulgón tiene un desarrollo telescópico, lo que significa que las hembras se clonan directamente para producir descendencia sin necesidad de apareamiento o puesta de huevos. Este tipo de reproducción se llama partenogénesis vivípara, y permite a los pulgones multiplicarse rápidamente cuando hay abundancia de alimento y temperatura favorable.
Las hembras de los pulgones pueden producir hasta 10 crías por día, que nacen ya con un embrión en desarrollo en su interior. Así, se pueden generar varias generaciones en una sola temporada, lo que hace que los pulgones sean muy difíciles de controlar. Además, los pulgones producen grandes cantidades de heces, que son excretadas en forma de gotas líquidas llamadas melaza. La melaza es rica en azúcar y puede atraer a otros insectos como las hormigas, que la recolectan y protegen a los pulgones de sus enemigos naturales.
La importancia e impacto de las heces de pulgón
La melaza no solo es un recurso para las hormigas, sino que también tiene una gran influencia en el ecosistema. Por un lado, la melaza puede favorecer el crecimiento de hongos como el hollín. Estos cubren las hojas y reducen la capacidad fotosintética de las plantas. Por otro lado, la melaza puede ser utilizada por bacterias y levaduras para producir etanol y otros compuestos volátiles, que pueden modificar el aroma y el sabor de las plantas.
Estos cambios pueden afectar a la polinización y la dispersión de semillas, así como a la calidad de los productos agrícolas. Además, la melaza puede ser consumida por otros animales como las abejas, las avispas o los colibríes, que se benefician de su alto contenido energético. De esta forma, los pulgones establecen una relación simbiótica con las plantas, donde ambos se benefician mutuamente. Las plantas proporcionan alimento a los pulgones, y éstos a su vez generan recursos para otros organismos.