El picor es una sensación molesta que nos induce a rascarnos la piel. Aunque es una experiencia común que todos hemos sentido alguna vez, el picor sigue siendo un misterio para la ciencia. ¿Qué lo causa? ¿Cómo se transmite? ¿Tiene alguna función? En este artículo, intentaremos responder a estas preguntas y explorar el fascinante mundo del picor.
Diversas causas del picor
El picor puede ser provocado por diferentes factores, tanto internos como externos. Algunos de los más habituales son las reacciones alérgicas, la sequedad de la piel, las quemaduras solares, las picaduras de insectos o algunas enfermedades de la piel, como la dermatitis o la psoriasis. Estos factores irritan o dañan la piel y liberan sustancias químicas que activan los receptores nerviosos del picor.
Sin embargo, no siempre hay una causa evidente para el picor. A veces, sentimos picor sin motivo aparente o simplemente porque alguien nos habla de él. Esto se debe a que el picor también está influenciado por factores psicológicos, como el estrés, la ansiedad o el aburrimiento. El cerebro puede interpretar estas emociones como señales de amenaza y generar una respuesta de picor para alertarnos o distraernos.
Picaduras de insectos como fuente común de picor
Uno de los casos más típicos de picor es el que producen las picaduras de insectos, especialmente las de mosquitos. ¿Por qué nos pican los mosquitos? Los mosquitos se alimentan de sangre y para ello usan su trompa, que es un órgano especializado que perfora la piel e inyecta saliva. La saliva contiene un anticoagulante que evita que la sangre se coagule y facilite la succión.
El problema es que nuestro cuerpo reconoce la saliva del mosquito como una sustancia extraña y desencadena una reacción alérgica. Esta reacción implica la liberación de histamina, una molécula que provoca inflamación y dilatación de los vasos sanguíneos para facilitar la llegada de células inmunitarias al lugar de la picadura. La histamina también se une a los receptores nerviosos del picor y los estimula, provocando la sensación de picor.
El enigma de la sensación de picor
¿Cómo se transmite la sensación de picor desde la piel hasta el cerebro? Aunque todavía hay muchos aspectos desconocidos, los científicos han logrado identificar algunos mecanismos implicados en este proceso. La mayoría de los estudios se han realizado en ratones, pero se cree que son aplicables a los humanos.
Los receptores nerviosos del picor son unas terminaciones nerviosas especializadas que se encuentran en la capa más superficial de la piel. Estos receptores se activan cuando detectan sustancias químicas como la histamina o cuando reciben estímulos mecánicos o térmicos. Una vez activados, envían señales eléctricas a través de unas fibras nerviosas llamadas fibras C, que también están relacionadas con el dolor.
Las fibras C llevan las señales hasta la médula espinal, donde se conectan con otras neuronas que las transmiten al cerebro. En el cerebro, las señales llegan a varias áreas implicadas en el procesamiento sensorial, emocional y cognitivo del picor. Una de estas áreas es el polipéptido natriurético B (PNB), una sustancia que se libera en el cerebro y que parece ser esencial para generar la sensación subjetiva de picor.
¿Por qué nos rascamos cuando sentimos picor? Rascarse es una respuesta automática e instintiva que tiene como objetivo eliminar o aliviar el estímulo que causa el picor. Al rascarnos, generamos una sensación táctil más intensa que compite con la sensación de picor y la reduce o bloquea temporalmente. Además, rascarse libera endorfinas, unas sustancias químicas que producen placer y alivio.
¿Existe un propósito evolutivo para el picor?
Aunque el picor puede ser muy molesto e incluso perjudicial para nuestra salud si nos rascamos demasiado, se cree que tiene una función adaptativa. La piel es el órgano más grande y más expuesto del cuerpo y tiene una gran sensibilidad táctil. Esta sensibilidad nos permite detectar y reaccionar ante posibles amenazas externas, como insectos, parásitos, plantas urticantes o agentes infecciosos.
El picor sería una forma de alertarnos de la presencia de estos agentes y de inducirnos a rascarnos para eliminarlos o disminuir su efecto. De hecho, se ha observado que los animales también se rascan cuando sienten picor, lo que sugiere que se trata de una respuesta evolutiva conservada.
Curiosamente, el picor solo se siente en la superficie de la piel y no en el interior del cuerpo. Esto se debe a que los receptores nerviosos del picor solo se encuentran en la epidermis y no en los órganos internos. Así, evitamos sentir picor por causas internas que no podemos rascar, como la inflamación o el cáncer.
Trastornos y anomalías relacionados con el picor
Aunque el picor suele ser una sensación pasajera y benigna, en algunos casos puede convertirse en un problema crónico y grave. Algunos trastornos relacionados con el picor son:
- Parásitos ilusorios: es una condición psicológica en la que las personas sienten un picor intenso e incesante y creen que están infestadas por insectos o microorganismos que no existen. Estas personas se rascan compulsivamente hasta causarse heridas e infecciones. Se desconoce la causa exacta de este trastorno, pero se cree que puede estar relacionado con el estrés, la ansiedad, el abuso de drogas o alteraciones cerebrales.
- Picor fantasma: es una sensación de picor que se produce en una parte del cuerpo que ha sido amputada. Se estima que entre el 60 y el 80% de los pacientes amputados experimentan este fenómeno. La causa se atribuye a un daño o una reorganización del sistema nervioso, que interpreta erróneamente las señales procedentes del miembro fantasma como señales de picor.
Estos trastornos son difíciles de tratar, ya que no responden a los tratamientos convencionales para el picor. Algunos métodos que han demostrado cierta eficacia son el uso de espejos para crear una ilusión óptica de que el miembro fantasma está intacto y rascarse, el uso de bloqueadores de las señales nerviosas del picor, como la capsaicina o los opioides, o la terapia cognitivo-conductual para modificar las creencias y los hábitos relacionados con el picor.