¿Sabías que la presión arterial es una de las medidas más importantes de tu salud cardiovascular? La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de los vasos sanguíneos al circular por todo el cuerpo. Esta fuerza es vital para mantener el flujo sanguíneo y el suministro de oxígeno y nutrientes a los órganos y tejidos. ¿Te imaginas cuánta sangre bombea tu corazón cada día? ¡Unos 7.500 litros! Y ¿cuántos kilómetros de vasos sanguíneos tienes en tu cuerpo? ¡Unos 100.000! En este artículo te explicaremos cómo funciona la presión arterial, qué factores la influyen y qué riesgos conlleva tenerla elevada. También te hablaremos de algunos tratamientos y procedimientos que se utilizan para mejorar la circulación y prevenir complicaciones.
Presión arterial: La fuerza vital del sistema circulatorio
La presión arterial se origina en los latidos del corazón, que actúan como una bomba que impulsa la sangre por las arterias, las venas y los capilares. La presión arterial se mide en milímetros de mercurio (mmHg) y se expresa con dos valores: la presión arterial sistólica y la diastólica. La presión arterial sistólica es la más alta y corresponde al momento en que el corazón se contrae y expulsa la sangre. La presión arterial diastólica es la más baja y corresponde al momento en que el corazón se relaja y se llena de sangre. Los rangos normales de presión arterial en individuos sanos son de 120/80 mmHg o menos. Si la presión arterial supera los 140/90 mmHg se considera hipertensión arterial, una condición que puede dañar el sistema circulatorio.
Factores que influyen en la presión arterial
La presión arterial no es constante, sino que varía según diferentes factores, tanto internos como externos. Algunos de estos factores son:
- La espesura de la sangre: cuanto más espesa sea la sangre, mayor será la resistencia que ofrezca al fluir por los vasos sanguíneos y mayor será la presión arterial. La espesura de la sangre puede aumentar por diversas causas, como la deshidratación, el consumo excesivo de alcohol o algunas enfermedades.
- La dieta alta en sal: el sodio presente en la sal hace que el organismo retenga más líquido, lo que aumenta el volumen de sangre y, por tanto, la presión arterial. Se recomienda limitar el consumo de sal a menos de 5 gramos al día.
- El estrés: el estrés activa la respuesta de «defensa o huida» del sistema nervioso simpático, que libera hormonas como la adrenalina y el cortisol. Estas hormonas hacen que el corazón lata más rápido y fuerte, lo que eleva la presión arterial. El estrés crónico puede mantener la presión arterial alta durante períodos prolongados.
Peligros de la presión arterial elevada
La hipertensión arterial es un factor de riesgo para desarrollar problemas graves en el sistema circulatorio, como:
- Desgarros y placas en las arterias: cuando la presión arterial es demasiado alta, puede dañar las paredes internas de las arterias, provocando pequeños desgarros. Estos desgarros pueden acumular depósitos de grasa, colesterol y otras sustancias, formando placas que reducen el diámetro de las arterias y dificultan el paso de la sangre.
- Aterosclerosis y obstrucción de las arterias: las placas pueden crecer hasta obstruir completamente las arterias, impidiendo el flujo sanguíneo hacia los órganos afectados. Esto puede causar consecuencias peligrosas, como un infarto de miocardio (cuando se bloquea una arteria coronaria que irriga el corazón), un accidente cerebrovascular (cuando se bloquea una arteria cerebral que irriga el cerebro) o una isquemia periférica (cuando se bloquea una arteria que irriga las extremidades).
- Daño en los órganos vitales: la hipertensión arterial también puede dañar directamente los órganos que reciben una presión excesiva, como el corazón, los riñones, el cerebro y los ojos. Esto puede provocar insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, demencia o pérdida de visión.
Tratamientos y procedimientos para mantener la circulación
La hipertensión arterial se puede tratar con medicamentos que reducen la presión arterial, como los diuréticos, los betabloqueantes, los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o los antagonistas de los receptores de angiotensina II (ARA II). Estos medicamentos actúan de diferentes formas, como aumentando la eliminación de líquidos, disminuyendo la frecuencia cardíaca, relajando las arterias o bloqueando la acción de las hormonas que elevan la presión arterial. Además, se recomienda adoptar hábitos de vida saludables, como hacer ejercicio regularmente, seguir una dieta equilibrada baja en sal y grasas saturadas, evitar el tabaco y el alcohol y controlar el estrés.
Cuando las arterias están obstruidas por placas, se pueden realizar algunos procedimientos para mejorar la circulación y prevenir complicaciones. Uno de estos procedimientos es la angioplastia, que consiste en introducir un catéter con un pequeño globo inflable en la arteria afectada. Al inflar el globo, se comprime la placa contra la pared de la arteria y se amplía el espacio para el paso de la sangre. Otro procedimiento es la colocación de endoprótesis o stents, que son unos tubos metálicos que se insertan dentro de las arterias para mantenerlas abiertas y evitar que se vuelvan a obstruir. Estos procedimientos son importantes para restablecer el flujo sanguíneo adecuado y preservar la salud celular.