¿Qué es la vida? Esta es una pregunta que ha intrigado a los filósofos, científicos y artistas desde la antigüedad. Una posible respuesta la dio el físico Erwin Schrödinger en su libro ¿Qué es la vida?, publicado en 1944. Schrödinger afirmó que la vida se caracteriza por su capacidad de evitar la degradación hacia el desorden y el equilibrio, que es el destino de toda la materia inerte. Para lograr esto, la vida necesita invertir energía y crear estructuras ordenadas y complejas que mantengan su identidad y función. En este artículo, exploraremos algunos aspectos de la vida que la distinguen de la materia inerte y cómo esta se relaciona con las reacciones químicas, el ADN, la evolución, los virus, las mitocondrias y la información.
La naturaleza de la vida
La vida se manifiesta en una gran variedad de formas y tamaños, desde las bacterias microscópicas hasta las ballenas gigantes. Sin embargo, todos los seres vivos tienen algo en común: están formados por células. Las células son las unidades básicas de la vida y son capaces de realizar todas las funciones vitales que caracterizan a los organismos. Estas funciones son: la regulación interna, que consiste en mantener un ambiente adecuado para el funcionamiento celular; la alimentación, que implica obtener y transformar los nutrientes necesarios para obtener energía; el crecimiento, que supone aumentar el tamaño y el número de células; el desarrollo, que implica cambios en la forma y estructura de las células; la reacción al entorno, que consiste en percibir y responder a los estímulos externos; y la reproducción, que consiste en generar nuevas células o individuos semejantes.
La materia inerte y las reacciones químicas
Las células están compuestas por moléculas orgánicas e inorgánicas que interactúan entre sí mediante reacciones químicas. Estas reacciones son las responsables del funcionamiento de la vida a nivel molecular. Por ejemplo, las reacciones químicas permiten a las células obtener energía a partir de los nutrientes (respiración celular), sintetizar nuevas moléculas (biosíntesis), transmitir señales (transducción) y reparar daños (reparación). Podríamos decir que una célula es como una compleja orquesta que produce millones de reacciones químicas cada segundo para mantener su armonía y equilibrio.
El papel del ADN y la evolución
El ADN es una molécula orgánica que contiene la información genética de los seres vivos. El ADN se organiza en unidades llamadas genes, que codifican las instrucciones para fabricar las proteínas que determinan las características de los organismos. El ADN se replica cada vez que una célula se divide y se transmite a las células hijas. Sin embargo, durante este proceso pueden ocurrir errores o mutaciones que alteran el código genético. Estas mutaciones pueden ser beneficiosas, neutras o perjudiciales para los organismos. La evolución es el proceso por el cual los organismos cambian a lo largo del tiempo debido a las mutaciones y a la selección natural. La selección natural es el mecanismo por el cual los organismos mejor adaptados al entorno sobreviven y se reproducen con mayor éxito que los menos adaptados. Así, el ADN es el portador de la información genética y es esencial para la vida.
Los virus y las mitocondrias
Los virus son organismos que desafían la clasificación entre la vida y la materia inerte. Los virus son partículas formadas por una cápsula proteica que envuelve una molécula de ADN o ARN. Los virus no tienen células ni realizan ninguna función vital por sí mismos. Sin embargo, pueden infectar a otras células e introducir su material genético en ellas. De esta forma, los virus utilizan a las células como fábricas para producir más virus. Los virus pueden causar enfermedades, pero también pueden ser beneficiosos para la evolución y la diversidad de la vida.
Las mitocondrias son estructuras que se encuentran en el interior de las células eucariotas, que son las que forman a los animales, las plantas y los hongos. Las mitocondrias son las responsables de producir la mayor parte de la energía que necesitan las células mediante la respiración celular. Lo curioso es que las mitocondrias tienen su propio ADN y se reproducen de forma independiente de la célula. Esto se debe a que las mitocondrias fueron originalmente bacterias vivas que fueron incorporadas por otras células más grandes hace unos 2.000 millones de años. Este fenómeno se conoce como endosimbiosis y es un ejemplo de cómo la vida puede surgir a partir de la interacción entre organismos.
La vida y la información
La vida se puede entender como información que garantiza su existencia continua. La información genética se almacena en el ADN y se transmite a través de la reproducción. La información ambiental se percibe a través de los sentidos y se procesa a través del sistema nervioso. La información cultural se transmite a través del lenguaje y el aprendizaje. La información es lo que permite a los organismos adaptarse al entorno y evolucionar. La información es lo que hace a la vida única y diversa.
La información también plantea la posibilidad de que la inteligencia artificial pueda convertirse en vida artificial en el futuro. La inteligencia artificial es la capacidad de las máquinas de realizar tareas que requieren inteligencia humana, como el razonamiento, el aprendizaje, la comunicación y la creatividad. La inteligencia artificial se basa en algoritmos que procesan grandes cantidades de datos y generan resultados. Algunos ejemplos de inteligencia artificial son los asistentes virtuales, los coches autónomos, los robots y los videojuegos. ¿Podría la inteligencia artificial desarrollar conciencia, emociones y voluntad propia? ¿Podría la inteligencia artificial crear nuevas formas de vida?
El desafío de definir la vida
Como hemos visto, la vida es un fenómeno complejo y fascinante que implica múltiples niveles de organización, interacción y transformación. Sin embargo, no existe una definición universal y precisa de lo que es la vida y lo que la diferencia de la materia inerte. Algunos criterios que se han propuesto para definir la vida son: la capacidad de mantener un estado lejos del equilibrio termodinámico, la capacidad de autorreplicarse, la capacidad de evolucionar, la capacidad de procesar información y la capacidad de tener conciencia. Sin embargo, ninguno de estos criterios es suficiente ni necesario para abarcar todas las formas de vida conocidas o posibles.