Los persistentes arrebatos de celos interfieren enormemente en el amor y transforman las relaciones de pareja en una sucesión de eventos llenos de sufrimiento y desconfianza.
Son los celos esa expresión emocional, confusa y turbulenta que brota cuando una persona percibe un peligro hacia algo que cree como propio. Esta amenaza puede ser evidente o imaginaria, se ha comprobado que los seres humanos celamos más por lo que suponemos que por lo que conocemos.
La gota que desborda la copa de los celos suelen ser los sentimientos de pertenencia y dominio que se tiene por ese algo o alguien que es muy primordial y atribuimos que es nuestro, por lo que surge un temor incontrolado para no perder lo amado.
Los celos se manifiestan por diversas razones, como lo son la falta de seguridad en uno mismo, la baja autoestima, la duda, el egoísmo, experiencias vividas de celos entre los progenitores, por traiciones del pasado y en un determinado grupo de personalidades como las histriónicas, paranoides y narcisistas.
Se hallan literaturas que reseñan que no existen oposiciones entre los dos sexos a la hora de ser celosos, ya que pueden aparecer de la misma manera tanto en hombres como en mujeres y en cualquier etapa de la vida, aunque si pueden variar en la manera de mostrarse, pero generalmente se identifican por enérgicos e incontrolables impulsos a los cuales les puede sobrevenir el arrepentimiento.
Desde la psicología los celos se percibían anteriormente como una respuesta normal ante el peligro de perder una relación interpersonal significativa, los celos se entendían como saludables cuando la demanda se hacía sobre un escenario de equilibrio en la relación, que al comienzo puede ser así, pero a medida que pasa el tiempo se van acrecentando las demandas, llegando a convertirse en inaguantable o disfuncional para la pareja.
Existían creencias en las relaciones, de que “quien no cela, no ama” pues se suponía que los celos son una evidencia de que la relación es valorizaba, es cuidaba y por tanto se fortalecía, pero se ha comprobado que con el tiempo esto se puede volver desagradable e intolerable tanto para el que cela, como para el celado, pues ambos pierden la capacidad de sentirse cómodos y felices en la relación.
La persona celosa vive en un desasosiego constante, entre desconfianzas y dudas insoportables; mientras que el celado vive constantemente en la zozobra de la reprensión por parte de su pareja, el temor y la duda a su reacción.
Actualmente los celos son vistos como una disfuncionalidad de la relación de pareja, provocando reacciones como frustración, irritación, arrebato, humillación, ansiedad, tristeza y/o depresión, pudiendo llegar a ser patológicos cuando ocurren algunas características como la falta de signos o manifestaciones reales de que pueda existir una traición por parte de la pareja, la falta de autocontrol y las conductas descabelladas.
Lo difícil germina cuando se convierten en algo posesivo, paranoico, y sistemático, pues inducen a un desconsuelo emocional elevado en la personas dentro de la relación, causando violencia, agresión y maltrato por esta causa. Cuando se desarrollan síntomas psiquiátricos o cuando se rompe con la realidad se habla entonces de celopatías. Aunque también debemos de mencionar que existen personas que les gusta incitar los celos de su pareja, o sea que requieren sentirse celadas continuamente como forma equívoca de sentirse importantes, queridas y amadas, esto es lo que conocemos como celofilia.
La persona celosa tiene unos pensamientos y sentimientos que coordinan a la posibilidad de que su pareja le sea desleal. Este malestar que sienten puede manifestarse entre irritación y desconsuelo comenzando a ejecutar episodios para comprobar si lo que piensa es verdad, para esto llama constantemente a la pareja, la persigue o la sorprende en los lugares, le revisa el celular o el correo con el propósito de suprimir esa indecisión y ese malestar emocional. Tras la práctica de las comprobaciones y al no acertar, siente una alivio o serenidad pasajera, pero al cabo de un tiempo surgen nuevamente los celos y como resultado, querrá realizar las conductas de comprobación para alcanzar ese estado de tranquilidad creando un círculo vicioso.
Para poder hacerle frente a este sentimiento la persona debe de apartar los pensamientos obsesivos y aceptar lo que está sintiendo y poder pedir ayuda para que los especialistas les faciliten herramientas que le ayuden a reforzar la autoestima.
Es inadmisible estar pendientes o controlar quien se enamora de nuestra pareja o si nos están siendo infieles, en vez de eso, podemos valorar o al menos intentar llenarla, satisfacerla o hacerla feliz, desde lo material o espiritual, para que de esa manera no tenga que buscar en otras personas eso que le falta.
Si a pesar de eso la persona decide estar con otra persona, entonces tenemos que respetar esa decisión y partir de que “nadie es dueño de nadie” y enfocarnos en recuperarnos de las secuelas que puedan quedarnos después de la ruptura.
Recordemos siempre trabajar nuestra autoestima, ya que los celos no aparecen cuando una persona nos importa, sino cuando la autoestima nos falta.